"El turismo comprende las actividades que realizan las personas durante sus estancias y viajes en lugares distintos a su entorno habitual, por un período de tiempo consecutivo inferior a un año,con fines de negocio, ocio u otros motivos" - OMT 1995.
En el excelente libro "Introducción al Turismo" (2004, OMT), bajo la dirección de Amparo Sancho y colaboraciones de especialistas en las distintas materias que componen la obra, todas las contribuciones convergen en lo mismo: el turismo como actividad económica mundial, como industria, con unos atributos muy característicos y, sobre todo, con el halo de la sostenibilidad como eje motriz de toda ella.
En la gran mayoría de estudios no pueden recopilarse los datos suficientes para designar cuales son aquellas empresas que forman parte de la cadena turística, dada la extensa variedad de las mismas y el modo en el que los pasajeros ejecutan sus actividades en destino así como valorar con total exactitud el importe global de beneficios obtenidos por la industria.
De igual manera que el manual que Amparo Sancho y su equipo, auspiciado por el mismísimo Secretario General de la Organización Mundial del Turismo, Ilmo. Sr. D. Francesco Frangialli y de su departamento de desarrollo de recursos humanos es tajante en cuanto a la íntima relación entre los conceptos turismo y sostenibilidad, no parece ser un binomio del mismo interés para todos los integrantes de la cadena turística por motivos de rentabilidad.
Nos encontramos con las dos caras de la misma moneda.
Por un lado el turismo receptivo y por otro, el turismo emisor.
El turismo emisor concentra a países con un nivel de vida que permite a sus ciudadanos el poder viajar alguna vez en su vida o anualmente (vacaciones retribuidas, pagas extra).
Este turismo emisor está concentrado en grandes corporaciones, algunas de ellas ligadas a las propias aerolíneas o a holdings hoteleros que, en algunos casos, llegan a ampliar su gestión con su propia flota aérea.
Las grandes corporaciones, touroperadores y demás pesos pesados de la industria turística son los que negocian con las entidades locales, administraciones gubernamentales y tejido empresarial local relacionado con la actividad, las políticas de precios con la actitud del turismo de masas, surgido en la segunda mitad del pasado siglo.
Por contra, el turismo receptivo no siempre pertenece a un país con el mismo nivel adquisitivo que los países que controlan el turismo emisor, como pueden ser Inglaterra, Alemania, Francia, Rusia o USA, entre otros y sus grandes corporaciones.
De hecho, el porcentaje de países receptivos con un nivel de vida desahogado es ínfimo.
La OMT y tod@ aquel/la que ocupe un eslabón en la cadena de distribución no es ajeno a ello.
Evidentemente que para que el turismo sea sostenible necesita del consenso de todas las entidades implicadas , compartiendo la misma ética y poniendo en práctica los medios necesarios para ello.
La sustentabilidad del turismo, pasa por que el turista lleve a término sus gestiones (compras, transportes, visitas,servicios adicionales) en destino sin pasar por toda la intermediación de los grandes grupos verticales y corporaciones multinacionales, ya que estas mayoritarias distribuidoras, no re-invierten los beneficios obtenidos en la zona para mejorar las infraestructuras locales , el nivel adquisitivo de la población de la zona, una mejora de los sistemas sanitarios y educativos, por ejemplo, salvo que sea en sus propios complejos hoteleros, en aquellas vías de acceso a dichos complejos o a zonas de interés cultural, monumental, paisajístico, que dan el valor añadido a sus promociones (marketing turístico).
Es decir, gran parte del beneficio generado por los viajes de los pasajeros provenientes de países de economías sólidas queda en esos mismos países emisores.
No pongo en duda de la necesidad de que en la industria turística se den este tipo de elementos verticales en la distribución, emisores, pero sí de que la implicación de los beneficios obtenidos en los países donde operan, sea mayor e igualitaria si queremos sobrevivir todos, incluidos los más grandes.
Bien cierto es que el actual pasajero está muy bien informado, experimentado, es infiel por naturaleza y no teme arriesgarse a la hora de optar por unos u otros distribuidores, adquiriendo los servicios turísticos o empresariales tanto en forfaits organizados como por separado.
De todas maneras, tropezamos con la misma piedra y es que la adquisición de bienes por canales on line tampoco garantizan que el pasajero tenga muy claro que está adquiriendo el servicio a una multinacional o corporación, siquiera nacional, ya que no basa la compra en base a la sostenibilidad del tejido socio-económico de la zona del mundo donde desea viajar si no en función del presupuesto.
Cabe citar la encarnizada lucha entre corporaciones por captar al cliente, provocando una guerra de precios que rozaba el ridículo y a la postre, el cierre de alguna de ellas, la quiebra de aquellas touroperadoras horizontales especializadas en destino que nada tenían que ver con el gran pastel que pretendían acaparar las entidades verticales y que en su momento obligó a algunos países, como España, a la intervención estatal mediante filtros legislativos que penalizasen a aquellas compañías y distribuidoras que ofertaban promociones que, a la hora de la cotización final a pagar por el pasajero, distaban demasiado de los precios que ofrecían.
Esperemos que cuando se llegue a la cifra del turista dos billones, la industria , por sentido común, por propia subsistencia empresarial, por credibilidad y profesionalidad, una su gestión a la sostenibilidad.
Barcelona 14 diciembre 2012
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